Hola, soy una señora que vive en Turquía. Sin revelar mi identidad, me gustaría contarte un suceso paranormal que me ocurrió.
Yo tenía unos 22 años. Vivíamos en el pueblo con mi familia. Era de noche. Los que viven en el pueblo saben que en los pueblos las luces se apagan pronto y se acuestan temprano. Así que nos acostamos temprano, como de costumbre. Pero aquella noche no pude dormir. Pude dormir hacia las 2 de la madrugada de aquel día. Aquella noche me desperté con el ruido de la puerta de hierro del jardín de nuestra casa. Ni siquiera me levanté de la cama porque tenía miedo. Me limité a escuchar el entorno mientras estaba tumbada en la cama para comprender lo que ocurría, pero los sonidos habían cesado. Al cabo de media hora más o menos, volví a dormirme. Sin embargo, poco después de dormirme, volvieron a llamar a la puerta. No volví a intentar abrir la puerta porque tenía miedo.
Unos minutos después, la puerta empezó a golpear violentamente, casi como si fuera a romperse. Cuando oí la voz de mi padre, tuve que levantarme de la cama. Mi padre me llamaba desde fuera: “Hija, estoy en casa, llevo dos horas llamando, ¿por qué no abres la puerta?”. Cuando mi padre lo dijo, corrí a abrir la puerta. Mi padre había ido al jardín que había delante de la puerta. Me llamó: “Ven aquí, mira; aquí hay un gatito”. Me dije: “¿Por qué tanto alboroto por la noche?”.
Siguió llamándome insistentemente: “Ven aquí, mira el gatito. Te gustan mucho los gatos”. Di un paso hacia él, pero tenía miedo. Por alguna razón me estremecí. Por cierto, mi padre estaba de espaldas a mí. Justo cuando me acerqué, se volvió para mirarme; era como mi padre, pero sus ojos eran muy diferentes; eran negros por dentro. Me asusté mucho al verle tan de repente. Solté un grito lleno de miedo y pánico, me di la vuelta y empecé a huir. Él empezó a correr detrás de mí.
La distancia entre la puerta del jardín y la entrada de la casa es de unos 50-60 metros. Pero aquel camino me pareció tan largo que no puedo explicarlo. Cuando miré hacia atrás por última vez, vi que era una criatura muy diferente. Tenía una cabeza doble. Cuando corrí hacia la puerta, salió mi madre. Aún recuerdo cómo llegué hasta mi madre. Me arrojé a los pies de mi madre. Me caí y tenía las rodillas y las palmas de las manos magulladas. Sangraban.
Aquel día mi madre estaba más asustada que yo. Mi difunto tío era vidente, mi madre le llamó en mitad de la noche. Mi tío vino rápidamente. Me dijo: “Te has encontrado con un jinn muy malo. De la tribu Juhenna. Te persigue un jinn macho. Lo pasaremos muy mal contigo…”.
Sufrí durante 5 años. No pude librarme de él. 5 años después me casé. Había un hodja muy bueno, pariente de mi marido. Me escribió un amuleto. Lo llevaba siempre conmigo. Nunca me lo quité. Ahora, aunque vuelvo a verlos de vez en cuando, no pueden molestarme. Sólo aparecen…